Nacido en Buenos Aires el 3 de septiembre de 1920, León Ferrari, hijo de Augusto C. Ferrari y Susana Celia del Pardo, es el tercero de seis hermanos. Su padre, arquitecto, pintor y fotógrafo, construyó y decoró numerosas iglesias de Córdoba y de su provincia natal. Habiendo sido su hogar frecuentemente visitado por sacerdotes, no era una familia muy creyente. Aún así, recibió parte de su educación primaria en un colegio religioso, el cual describe como un infierno, concepto mismo que allí, según el propio Ferrari, metían en la cabeza y con el que estaba obligado a convivir.
Entre 1938 y 1947 estudia ingeniería en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Como ingeniero, colaboró en los proyectos de su padre, haciendo cálculos de algunas de las iglesias que construyó y firmando planos. Autodidacta, nunca realizó estudios formales de arte, algo que él mismo considera positivo.
En 1946, año en el que comienza a pintar y dibujar, se casa con Alicia Barros Castro y tienen tres hijos: Marialí, Pablo y Ariel. En 1952, debido a una enfermedad contraída por su hija mayor, viaja a Florencia, Roma buscando su cura. En aquél país, León trabaja en un estudio sobre fabricación de películas cinematográficas para el Banco Industrial. En febrero de 1955 expone en la galería Cairola de Milán cincuenta piezas únicas de cerámica de unos 60 o 70 centímetros de altura, formas que ante el más mínimo movimiento se transformaban con la proyección de sombras diferentes. Antes de inaugurar la muestra, regresa a Argentina.
En 1963 comienza su desarrollo de obras con connotaciones altamente políticas. Desde 1965 hasta 1970 la guerra de Vietnam va a ser un tema central de su trabajo, ya que el artista permanentemente intenta registrar no sólo los acontecimientos mundiales, sino su postura frente a los mismos reforzando así su contenido crítico. Durante tres años va a dedicarse a su profesión de ingeniero, investigando primero sobre colores para cerámica y después sobre compuestos químicos utilizados en la metalurgia, montando una pequeña industria familiar que continúa hasta 1976; ese año también recopila un grupo de noticias sobre la represión de la dictadura militar que publica con el título de Nosotros no sabíamos, frase que una parte de la ciudadanía argentina utilizó frente a las pruebas de la tortura y de los centros de detención. Deja el país por razones políticas y se radica en San Pablo, Brasil.
En 1983 retoma el tema político-religioso con collages e ilustraciones de la Biblia, en los que suma la iconografía católica, la erótica oriental e imágenes contemporáneas. Entre 1980 y 1984 edita algunos libros de dibujos y collages, entre ellos Imagens y Homens. En 1985 inicia una serie de obras con estiércol de aves, y expone en el MAM de San Pablo una jaula con dos palomas que defecan sobre el Juicio final de Miguel Ángel. La repite con jilgueros y canarios en Buenos Aires, donde también exhibe La Justicia, una gallina que defeca sobre una balanza. En 1987 presenta obras similares en Franklin Furnace y en Exit Gallery de Nueva York.
Con el restablecimiento de la democracia en Argentina, habiendo uno de sus hijos desaparecido en las cárceles secretas, vuelve al país a retomar un ciclo vital y artístico con el que nunca dudó en enfrentar al poder político. Desde 1991 reside en Buenos Aires, donde continúa haciendo arte contra la represión del poder y de la religión. En la muestra Surrealismo Nuevo Mundo presenta un homenaje al preservativo: una serie de botellas con profilácticos. En 1992 realiza obras con peces y anfibios. En 1996 ilustra el Nunca más, libro reeditado por el diario Página/12 en forma de fascículos, el cuál reúne centenares de testimonios sobre los crímenes de las fuerzas armadas de la Argentina. Un año después crea dos series de Brailles: poemas de amor de Borges escritos sobre fotografías de desnudos de diversos autores, y versículos bíblicos, también utilizando esta escritura, sobre imágenes religiosas y noticias periodísticas.
En 2000 expone la muestra titulada Infiernos e idolatrías, contra las torturas humanas y divinas, con la que quiere demostrar que la ética del poder de la Iglesia se sustenta en una cultura que glorifica el sacrificio y toda la iconografía expresada a través del arte así lo comprueba, originando diversas respuestas de grupos católicos que rezaron el rosario en la puerta del ICI y arrojaron una granada de gases lacrimógenos en el interior. En 2002 inicia Electronicartes, imágenes sobre la actualidad argentina e internacional que enviaba por correo electrónico. En 2004 realiza junto a Ricardo Pons los videos Lombrices y Casa Blanca; mientras que en 2005, la animación Planta, junto a Gabriel Rud, y Laberinto, también con Gabriel Rud y Cristian Parsons.
En 2004 se expone una retrospectiva de su obra en el Centro Cultural Recoleta que provoca intensos debates y agresiones por parte de la Iglesia, rotura de obras, clausura y reapertura de la muestra por parte de la justicia y uno de los mayores debates ocasionados en la historia del arte argentino.
En 2005 desarrolla la serie Atados con alambre, esculturas con huesos, varillas de madera y ramas sobre las que, en algunos casos, coloca espuma de poliuretano. Esta serie da lugar a las series de Poliuretanos y Músicos, que desarrolla hasta el presente. Un año después se presenta una muestra antológica de su obra en la Pinacoteca do Estado de São Paulo, Brasil, y simultáneamente participa como invitado especial en la Bienal de esa ciudad.
En 2007 recibe el León de Oro en la 52ª Bienal de Arte de Venecia. En 2008 expone en el Museo de Arte Carrillo Gil, México. En 2010 participa en distintas exposiciones nacionales e internacionales.
Destruyendo mitos, entrecruza permanentemente significados y significantes, exponiendo un mundo no restringido a límites canonizados. León Ferrari es socio honorario del CAIA (Centro Argentino de Investigadores de Arte) y miembro fundador del CIHABAPAI (Club de Impíos, Herejes, Apóstatas, Blasfemos, Ateos, Paganos, Agnósticos e Infieles), que en la Navidad de 1997 solicitó al Papa que gestionara la anulación del juicio final y de la inmortalidad, y en 2001, el desalojo y demolición del infierno. Su obra se cotiza a niveles que el artista jamás imaginó, es hoy una de las figuras estelares en el arte vanguardista, encontrando el reconocimiento a su producción recién a los ochenta años. Continúa trabajando en Buenos Aires, donde actualmente el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) expone la muestra Brailles y Relecturas de la Biblia, con una colección de setenta obras parcialmente conocidas, realizadas a lo largo de tres décadas.
Puede decirse que Ferrari es el artista rebelde argentino por excelencia. Puede decirse también que debe agradecérsele a algún dios la inspiración divina que hizo que sea lo que hoy en día es. O puede que, quizás, no sea todo más que una fórmula exitosa, dentro de un contexto idílico en el que promovió su militancia anticlerical, que el artista no ha hecho más que repetir y repetir a lo largo de su carrera. Gran paradoja en Ferrari, la creación de un arte que busca permanentemente la censura.